Hacer una tarta, siempre supone un reto... Pero si te la encargan una tarta de boda, que sea diferente, original y a la vez elegante, se convierte en algo más. Tu cabeza empieza a darle vueltas a la idea, los colores, el tamaño...
Esta ha sido una boda especial, y desde luego muy innovadora.
Para empezar, es evidente, pero la novia iba vestida de rojo ( bien, por las chicas que no se casan de blanco¡¡¡) Y los colores rojo y negro ( mi admirado Stendhal vuelve). Con unas fotos de Debbie y de Carlos que me enviaron además del dibujo de la invitación como inspiración... comenzaba el proyecto.
Con esos colores, y basándome en la idea de curvas y ondas, algo minimalista, algo sencillo, complicado a la vez... mi gran amiga y mejor pintora, Cristina me hizo este boceto siguiendo todas las indicaciones.

Después se lo mandé a la tía de la novia, Carola... que fue la organizadora de la "tarta sorpresa".
Se trataba de una boda "familiar" con 35 invitados, por lo que la tarta tampoco tenía que ser demasiado grande.
Y los sabores elegidos: bizcocho de chocolate con crema de mocca, bañado en almibar de licor de café... que bien olía mmmm. El piso pequeño era de red velvet pero con capas de chocolate negro.
Me encanta como ha quedado. La simplicidad de los 3 colores, el rojo que hace que una tarta deje de ser cursi...
Aunque no conozco a Debbie y a Carlos, les felicito por haber hecho realidad la boda de sus sueños. Y también a toda su familia que se volcó en ella, y en especial a su tía Carola, que confió en mi para esta gran sorpresa.
FELICIDADES